miércoles, 22 de junio de 2016

Chilango sangrón

Conocemos de sobre las limitaciones enormes que hay en hospitales públicos en México. Hace unas semanas fui por una radiografía, y me regresé como vine, porque no hay material para radiografías.
Afortunadamente lo mío era una cita programada, pero, ¿y las urgencias? Lo bueno es que, según el gobierno (así, con minúscula), con la reforma fiscal iba a alcanzar para ese tipo de cosas.

Bueno, a lo que te truje...

Por razones que no vienen al caso, me apersoné en el Viejo Hospital Civil de Guadalajara, que, para quién lo conozca, tiene siglos ayudando a la gente de este lado del país, para dar un poco de mi sangre (tengo mucha, sangrón que es uno).

Llegué razonablemente temprano y resulta que me tocó la ficha... ¡88!, y seguía llegando gente. La cosa es que de los muchos que llegamos, sólo una quinta parte resultó apta para donar. Creo que eso pasa en todos lados, y es mejor que te rechacen desde endenantes y no poner en riesgo a otros. La cosa de eso es que si vas y sabes que no puedes donar, ¿para qué vas?

El personal nos trató muy bien, cosa que no me sorprende, porque el personal del Civil, por lo menos las dos únicas veces que he ido (Bendito Dios), siempre nos trató de manera muy profesional.

¿Por qué lo recalco? Pues porque hoy hubo un paro de personal de salud en muchas partes del país, pidiendo mejores condiciones de trabajo.

¿Qué mejoras piden?

  • Mejoras en instalaciones
  • Mejoras en equipos
  • Que haya insumos (algodón, gasas, desinfectantes)
  • Que los equipos funcionen bien
  • Que los médicos y enfermeras no trabajen jornadas inhumanas

Y otras que no recuerdo.

Lo más admirable del asunto es que fue un "paro activo", es decir, no hubo suspensión de labores. Se trabajó como siempre, sólo con una señal en la manga para señalar el paro. Sí, como en Japón.

Lo malo es que acá no hay jefes japoneses.

Vamos entendiéndolo: Si hubiese una mejora en lo que piden, no sabríamos de casos tan lamentables como comunes, de gente que se muere porque ni para gasas hay dinero.

martes, 7 de junio de 2016

¿Cuánto cuesta un voto?

Este domingo hubo elecciones en varios estados del país, con resultados bastante variaditos, lo que hace interesante el panorama para la Gran Elección de 2018.
Pero no quiero hablar de las elecciones citadas, sino del valor del voto.
Tampoco me refiero a cuánto cuesta organizar las elecciones en México que, ya sabemos, es uno de los países que más gasta en elecciones (el precio de la desconfianza, que le dicen).
En realidad es algo más profundo, de teoria, de utopía, así que dispensen Vds. si el presente escrito peca de idealista o ingenuo.
Como dijo el pollito: al grano.
Cuando deposito mi voto en la urna estamos:
  • Eligiendo a personas de nuestra confianza para que trabajen en lo que a nosotros nos conviene. No lo que me conviene a MÍ, sino a Nosotros, a TODOS.
  • Adquiriendo el derecho a recibir seguridad pública eficiente, que sabemos (o deberíamos saber), es el principal motivo de poner a alguien o alguienes a cargo.
  • En el derecho de recibir servicios públicos de calidad (agua, drenaje, pavimentación, limpia, panteones, mercados, etc.).
  • Esperando que nuestros hijos reciban educación de calidad, en escuelas dignas, con profesores preparados.
  • Solicitando al gobierno que cumpla y haga cumplir la Ley. Que esta Ley  sea pareja para todos y que haya buena procuración de justicia y los criminales sean castigados.
  •  Adquiriendo el derecho inalienable de exigir que nuestro gobierno cumpla con su obligación.
Sin duda, hay muchas cosas más que adquirimos cuando votamos.
¿Podemos ponerle precio a todo esto?
Y aún así, no entiendo cómo hay quienes renuncian a ello por una despensa, un paraguas, unas láminas o por un billete de Frida y Diego.