sábado, 6 de junio de 2015

De las obligaciones de una víctima

¿Alguna vez han ido al Ministerio Público a levantar un acta porque fueron víctimas de robo, golpes, etc., cortesía de la delincuencia desorganizada?

Si la respuesta es sí, mi más sentido pésame; si es no, no saben la suerte que tienen.

Las historias que se viven en una Agencia del Ministerio Público son, literalmente, de terror.

Las esperas, los malos modos, etc., no se las deseo ni al peor de mis enemigos.

Y uno se da cuenta que la cosa es igual en todos los rincones de nuestra querida y atribulada patria.

Son innumerables las veces que escuchamos palabras como éstas o similares: "¿denunciar? ¿para qué?... no sirve de nada... nada más pierdes el tiempo... nada más quieren sacarte dinero" y muchas otras.

Y claro, como la gente se abstiene de denunciar, nuestros amados (je) gobernantes se llenan la boca diciendo que los índices delictivos han bajado, que vamos ganando la batalla contra la inseguridad, etc.

Todo esto viene a colación porque en la semana que termina una compañera del trabajo fue asaltada por segunda vez, por el mismo sujeto, casi al salir de su casa rumbo al trabajo, durante la madrugada, en uno de los múltiples fraccionamientos que rodean Guadalajara. El tipo en cuestión, no contento con despojarla de sus pertenencias, la golpeó y amenazó con eso de, ustedes saben, que conoce dónde vive, con quienes, y que se atuviera a las consecuencias.

Que te asalten una vez, puede que pase; pero que te asalten por segunda vez y que además te golpeen (tarjeta de cliente frecuente deberían dar), ya calienta; y mi compañera, como pudo, llegó al Ministerio Público más cercano a levantar una denuncia y la correspondiente acta. Lo que pasó ahí no me lo van a creer (o sí, ya pocas cosas nos sorprenden). Y ya sé lo que van a decir: hubiera hecho esto, o aquello, o las dos o tres cosas a la vez, pero entendamos a la pobre, asaltada, golpeada y demás.

El hideputa que la atendió (imposible decirle servidor público), aparte de hacerla esperar y mostrar su peor cara, cosas bastante comunes en esos sitios, le dijo, palabras más, palabras menos, que ella, la víctima, para que fuera levantada el acta de averiguación previa, debía averiguar el nombre y la dirección del sujeto, que sin esos datos no podían proceder a levantar su acta. ¡Dónde se ha visto tanta ojetez! Ahora resulta que es obligación de la víctima averiguar los datos de su asaltante. Además, cuando ella les dijo que entonces mandaran poner una patrulla en la zona, para ver si pescaban al malandro, el sujeto le dijo, con la prepotencia usual: ¿Y usted la va a pagar?

Y bueno, mi compañera salió del Ministerio Público peor de cómo entró, asaltada, asustada, golpeada, humillada, regañada y demás.

Afortunadamente (no gracias a la Fiscalía de Jalisco), una patrulla municipal pescó al malandro a los pocos días.

Espero que mi compañera haya ido o vaya a señalar a quién la asaltó y golpeó, para que se pudra en chirona.

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